«Puedo escribir los versos más tristes esta noche»  Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.

Este poema es uno de mis favoritos del autor chileno Pablo Neruda, cuyo verdadero nombre es Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto. El día 12 de julio, o sea ayer, hubiese cumplido 108 años. Murió en Chile a los 69 años por un cáncer de próstata. El 21 de noviembre de 1971 se le premia con el Nobel de Literatura, y sus obras nos recuerdan cada día que era merecedor de el. El poema que he puesto previamente esta en un libro llamado «20 poemas de amor y una canción desesperada» Les recomiendo que lo lean en voz alta para poder experimentar mejor los sentimientos que intenta transmitir, sin duda amorosos, pero algunos, también melancólicos.

¿Cuál es tu poema favorito de Neruda?

Mónica Sosa Vásquez.

Cuando nazca el vencedor del tiempo todo volará menos lo que primero tuvo alas…

Nuestros cuerpos serán cenizas
arrojadas a la tierra
y nadie sabrá que pisan su destino,

Siempre añoramos el futuro
quien en su infinito cinismo nos succionó en un instante:

Detalle que escapo de nuestras lupas…

¿Recuerdas la soga de preguntas?
Nunca nos mató pero siempre nos torturó…
Nos gustaban las heridas que dejaba.
Divertía creer sanarlas con pobres intentos de respuestas.

Leerás estas hojas que al madurar abandonarán su blancura
pero sus palabras prevalecerán.

Juramos ser inspiración e impacto
y aunque siempre sonreímos,
con este poema supondré que no lo fuimos.

No seremos relatadas ni siquiera como mito
pero tuvimos lo que el pasado envidiaría,
el presente finge y el futuro desconocerá.

Estas palabras son crudas pero reales.
Ahora las dulces están listas para ser escritas
sin dejar de ser tan ciertas como las primeras.

Sólo por haber sido lo que fuimos:
un momento espectacular y fugaz en la historia de las vidas
nuestras almas serán diamantes incrustados,
en aquel lugar tan infinito como lo fueron nuestros sueños
Serán guardadas en alguna lejana colección sideral.

Mónica Sosa Vásquez.
(
Escrito hace un año y medio)

Fumar tiempo para algunos es matarlo, para otros clonarlo… No sé que es para mí.
Me cansé de pensar en qué creer porque acarrea un sin fin de preguntas y me gusta el papel que juegan los símbolos interrogativos es sólo que me están exasperando porque todos se angustian…
Se suicidan tantas veces al no encontrar la respuesta o al no saber si la que tienen es la verdadera.
 
Yo no soy nadie, ni tu, ni el, ni ellos para decir si lo es o no.
Nadie es nadie y por eso se convierte en alguien…
Los significados tienen la misma validez que le dieron sus inventores, los seguidores y nosotros, los que las sostenemos o destruimos cuando otro puede hacer lo contrario a lo que hicimos. 

Basamos este mundo al que calificamos como «real» en la subjetividad de los días y las vidas que lo transitan. 
Pero hay que culparnos, humanidad, porque no muchos soportan la locura del darse cuenta que nos paramos en la nada. Esa infinidad de la nada a la que tuvimos que llamarle todo para darle sentido a lo que somos. 

El título es esa frase o palabra que se te vino al terminar de leerlo.

Mónica Sosa Vásquez.  

Sonidos distorsionados traspasando bocinas y las mil máscaras bailando en una cara.
Los sentidos brincaban con sus filosos tacones sobre las consciencias, despedazándolas hasta arrancarles la voz y yo sentada en el sofá fascinada por las luces blancas que congelaban y derretían los cuerpos sobre cuerpos.

Llegó alguien, no intenté quitarle la máscara para evitar hablar y sobre el campo de caoba obscura enfiló cuatro líneas blancas. Sus polvos, perfectamente listos y creyéndose parte de algo, invitaban a sentirlos prometiendo hacer malabares de fuego en nosotros. No tardaron en convencer a tres, pero yo permanecía alejada, fingiendo indiferencia aunque cada vez me adentrara más en ese remolino sin escapatoria.

Mi fila esperaba con su patética soledad y la altivez quebrantada de mi mirada. Cada polvo cantó mi nombre desemplumándolo en varios tonos. Desde los más graves hasta los más dulces.
Me sonreían y seducían para arrastrarme a una de las tantas telarañas de las que siempre huímos, o deberíamos.
«Te gustará» susurró un sombrero negro.  Las opiniones lentas nunca me tentaron pero ya era demasiada resistencia y por orgullo a someterme a ella, la alejé. Le pedí a cada polvo que juraran por su estúpida existencia y su dios, probablemente encarcelado, que volarían. No les di tiempo de hacerlo cuando asesiné mi línea.

En un segundo cerré los párpados y el telón se cerró para el mundo pero se abrió para mi. Eran ellos recorriendo mi fracaso de máquina humana…
En otro, se asomó una gota de un rojo tan profundo como el fruto de Adán y Eva, y nacieron dos ríos paridos del mismo color. El telón se abrió, mostrando una blancura indigna de mí… y en el último segundo, un respiró cerca de ser asfixiado por la pestilencia de esta vida y los ríos que se deslizaban de las fosas como cascadas, se despidió. A su manera, a la mía. No dijo mucho pero alguien lo haría en un futuro, incluso me acreditaría lo que nunca fui, atención que se agradece, y ¿para qué hacer lo que otros pueden hacer?

Nunca entendí porque tenía tanto miedo de caer de la línea blanca, delgada cuerda floja, si morir es más rápido y fácil que vivir.

Mónica Sosa Vásquez.

Que tus luceros me dibujen,
y me guarden mas allá de la memoria.

No dejes que el viento me lleve,
ni que los días me borren.

Conserva mis besos en tus labios.
Que de todos, sean los únicos intactos.

Que las ansias no te devoren.
Estaremos juntos porque nacimos para ser dos poetas incomprendidos,
amantes empedernidos,
personajes que al amar son personas.

 

Mónica Sosa Vásquez.