El dictador
María Mónica Sosa Vásquez
Escalas sobre sábanas lizas que nunca doblas.
Te escurres por cada poro,
como arena entre los dedos y te escondes en cráteres como piedra tímida.
Nos encarcelas en la casa de los números tatuados.
Fríos,
exactos,
metálicos.
¡Dientes furiosos!,
¡sudores hartos!,
¡justicia anémica!
¡Muerte al dictador!